
Tremulín, ha llegado el tiempo de evaluar. Aguantaste el tormento más peligroso enviado por los dioses sin ayuda de nadie; quizá de unas cuántas lágrimas que retornaron a tu garganta. Pero al parecer, en cuanto a su forma lejana, al discurso y a la idea misma; es momento de que suspendas por un brazo macabro. Que de verdad, en cuanto a lo esencial, al contenido y a la realidad misma; es hora de que sigas sobreviviendo, con bombilla y tabaco en boca, en posada cualquiera. Con el grito silencioso que siempre te ha caracterizado: la desesperación oculta y motivada por sonrisas. Así como un corazón más, humedecido por las nubes eternas que lo diluyen todo. Hasta mi alegría.
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