Podríamos arriesgarnos a decir que la mujer como ser social es la negación del absolutismo ideológico del hombre. Es el enfrentar el mundo masculino como su negación, donde esta no se presente como lo natural, lo inconsciente, sino que es presentada como una negación histórica, realmente construida, conformada, compuesta y devenida en conciencia. Lograda esta lucidez, que no tiene otra fuente de alimentación que la experiencia, la práctica, es que el hombre y la mujer, y más urgente el hombre, abren la posibilidad de cambiar el rumbo de las acciones, de no seguir reproduciendo la realidad androcéntrica , dichosamente aceptada. Es girar hacia el rumbo de la síntesis, de la unidad entre hombres y mujeres, a su reconocimiento mutuo, autorealización compartida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario