El castillo
volará en mil pedazos. Al más allá. Y con la velocidad de su trayecto por los
aires se desvanecerá en lluvia de resurrección, retornando impíamente hacia la
tierra. Recobrará así sus partes atómicas, reconstituyéndose no sólo con sus
antiguas piedras, sino con jardines cada vez más confusos que, sin embargo,
esconden siempre flores de aurora.
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