Me levanto bien temprano para aprovechar el día. Me preparo un café y su aroma encanta a mi madre, transportándola a sus últimos sueños de la noche anterior. Cuando finaliza el día le destruyo su inocencia sobre aquel aroma diciéndole que el café matutino sólo lo preparo para un beneficio práctico. Ella me reprocha que la búsqueda de beneficios sobre encantos naturales es un atentado a la vida. Sí, sin duda. Pero le insisto que el café es un arma de defensa para seguir estudiando bajo condiciones que ya se está buscando algunos beneficios. Los estudiantes siguen marchando.
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