El desierto avanza sigilosamente. Y el aire se traslada como un péndulo insoportable. Nuestras narices gozan de pequeños momentos lúcidos. Son los últimos instantes de caminos visibles. ¿Volarán los presentes respirables y los primeros estados de rutas inacabables? Tal vez no, una lengua nueva caerá por el pueblo.Tal vez sí, las yerbas se reacomodan para dialogar con el Sol. Sólo un horizonte reconocido de mirada altiva segura para volar ofrecerá las palabras que responde a tal pregunta.
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