Por favor, necesito escribir un rato, un poco. ¡Oh,
quehaceres vanos, desaten mis manos y pónganlas en libertad, ya! ¿Cuánto podrá
soportar el espíritu su encierro y silencio? Las manos, los dedos y la
escritura devienen, devienen. Devienen como acto histórico de liberación. Lanzan
al espíritu volar como un pájaro eufórico y bestial. ¡Misterioso! Y mientras el
viento se confunde con el despliegue del espíritu, las palabras estallan como
la única necesidad de conmocionar la pasión de un viaje hacia la libertad.
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