Misterio
La certeza envuelta de tu misterio se escapa a
los lejos, haciéndose casi invisible. La gran paradoja de este gran misterio es
que tú, tú, eres la simple aparición de la realidad, de un viaje sintético de
acontecimientos visibles. Eres, por decirlo así, la actualización de una
posibilidad que ya no está bajo el azar, sino que es real, concreta, tangible y
ubicable. Pronunciable. ¿Qué ocurre si tú, realidad, mujer de vórtices azules,
escondes un misterio siendo a la vez, en sí misma, un misterio? Sólo me veo acá
gritando silenciosamente que vuelvas y así desnudarte, desprendiendo cada
imagen depositada luego de tu partida. Tu ausencia hace que el misterio se
expanda como el universo, alcanzando una velocidad tal que no me deja más
alternativa que los sueños. Te he visto en mis sueños. Sentados los dos en el rincón
de un balcón, te pregunto. ¿Son mis coloreadas imágenes, mi solitario durazno y
hambre siempre latente quienes te empujan a huir, a callar? Me besas e
invalidas tu veredicto. Tus labios aniquilan la sentencia. Y ese pequeño
momento de libertad alimenta el interminable camino de tu misterio. Porque tú
como misterio y cualquier misterio real no puede recuperar fuerzas más que en mis
sueños. Pero no cualquier sueño, sino un sueño de humedad, de manos, de labios,
y fuego. Y tu ausencia, pareciera devenir en
un viento que sigue alimentando la imaginación de este abismante
misterio. No hay realidad sin imaginación. No hay misterio sin sueños. No hay
tú sin yo.
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