jueves, 29 de abril de 2010

Que es sordo y es mudo, recién sentirás.

El resultado de un acto voluntario siempre recae en la creencia del altruismo e interés colectivo. Nos sentimos conducidos por unas aguas cálidas de caridad en un río de solidaridad. El ayudar a otro sin ningúna obligación material se relaciona directamente con aquella fuerza moral. Esta última es la que te incita a mover los pies y las manos para actuar por un fin e ideal colectivo. Cometemos el acto de ayudar con la creencia de un resultado efectivo y tangible; el cual no deja de ser cierto y visible. Nos genera una satisfacción religiosa - o ideológica para otros casos-, visualizar el resultado material y espiritual de nuestros actos: ver a los afectados con una sonrisa espontánea de agradecimiento y un cuerpo provisoriamente resguardado de los infortunios de la naturaleza o de las implicancias sociales. ¿ Es el ser humano un animal naturalmente altruista? Creo que no hay respuesta para esto, ni tampoco una verdad universal; que tan mal les ha ocasionado a los filosofos buscar la verdad como única y totalitaria. No obstante, me inclino por una aproximación coherente de verdad, con probabilidad considerable de ser refutada.
En esta época donde me ha tocado ser conciente de mi conciencia, con una realidad enferma de incoherencias y musicalizada con percusiones del absurdo; me atrevo a firmar que el ser humano es egoista por naturaleza. Desde que nos insertamos en comunicación con los otros hasta ser artifices de nuestras propias ideas e ideologías y comunicarnos con nosotros mismos en relación al mundo que nos rodea; existe el bien-estar existencial de sentirnos vivos. Ese sentimiento de reconocer nuestra vida activa dentro del mundo no tiene otra máscara de la revalorización de nuestra existencia. La necesidad natural de vivir en sociedad dosifica en aumento nuestra capacidad artística de ser escultores idealistas de nuestros fines. Esculturas mentales creadas no con nuestros propios materiales; sino con el abastecimiento también artificial de la sociedad. Transitamos y sudamos y aprendemos y luchamos por fines anímicos que revitalizan el desarrollo de nuestra existencia; nos creemos - artisticamente- capaces y cooparticipes de algún cambio o reforma hacia alguna incoherencia que vemos desde nuestros propios pensamientos. O por el otro lado, y el más visible y notorio de nuestra comunidad global; es la reproducción a los más tradicionales fines y motivos que sustentan nuestra existencia; llamese futuro profesional para este último, como movilidad social para el primero.