jueves, 1 de septiembre de 2011

De la división del Trabajo Social

Dejo estos pasajes sociológicos que aludiendo a su misma disciplina y criticando a la vez la teoría individualista de los economista -la causa principal de la división o especialización del trabajo en la sociedad se debe a que el individuo busca frecuentemente la felicidad y el bienestar-, realiza una mirada desde el individuo a las consecuencia que conlleva la pretensión excesiva de felicidad o bienestar en desmedro de una conciencia colectiva y moralmente necesaria.


"Exceso de idealismo y de elevación moral hacen con frecuencia que el hombre no tenga ya gusto por cumplir sus deberes cotidianos"

"En efecto, un cambio de existencia, sea brusco o preparado, constituye siempre una crisis dolorosa, puesto que violenta instintos adquiridos que se resisten. Todo el pasado nos tira hacia atrás, a la vez que las más bellas perspectivas nos empujan hacia adelante. Es una operación siempre laboriosa desarraigar las costumbres que el tiempo ha fijado y organizado en nosotros. Es posible que la vida sedentaria ofrezca más ocasiones de bienestar que la vida nómada; pero cuando, desde siglos, no se ha llevado otra que esta última, se la abandona difícilmente. Así, por poco profundas que tales transformaciones resulten, una vida individual no basta para realizarlas".

Emile Durkheim, La divisón del trabajo social.

domingo, 14 de agosto de 2011

Un nuevo fantasma

Ha regresado un nuevo fantasma que recorre por las calles de nuestro país, es el fantasma de los movimientos sociales. Durante los últimos veinte años, Chile se ha caracterizado por sostener una sociedad que respeta silenciosamente el marco constitucional que dejó la dictadura de Pinochet. Nos destacábamos dentro de la región latinoamericana por tener uno de los sistemas sociales más seguro en lo político y más estable en lo económico. Se nos decía que nuestro modelo supo superar inteligentemente todas esas batallas ideológicas izquierdistas que tanto caracterizaron al mundo desde el comienzo del siglo XX hasta finales de los años ochenta. Volver a pensar, expresar o sólo murmurar la idea de que el Estado sea el principal garante y responsable de los servicios básicos que necesita cualquier ser humano, corría el riesgo de ser tildado de retrógrado, o como diría el mismo presidente Piñera en su última cuenta pública: “violentista”.

Pues claro, toda categoría positiva y ejemplar con la que caracterizaban a nuestro país los altos Estados desarrollados del mundo, y con la que además nos jactábamos prepotentemente dentro de la región latinoamericana-despreocupándonos de la convivencia interna con nuestros vecinos-, hizo proyectarnos una imagen país en vías de desarrollo, ordenado y seguro, que pasó por alto ciertos pilares fundamentales y necesarios para la consolidación real de un país que buscaba desesperadamente la llegada de la modernidad. Uno de estos pilares básicos necesarios, no sólo para el desarrollo moderno de un país, sino que para la existencia saludable de su sociedad, es el horizonte de la educación.

Este año será recordado por la llegada de la primavera de los movimientos sociales, presencia que ha venido despertando la larga siesta de nuestra sociedad. El movimiento estudiantil, integrado por universitarios y secundarios, junto con el apoyo de rectores, profesores, funcionarios y apoderados, ha puesto magistralmente el debate educacional en el centro del mundo político, tanto a nivel nacional como internacional. El debate, o la problemática necesaria e inmediata para muchos, tienen como principales elementos los temas de gratuidad, lucro, calidad y accesibilidad. En cuanto al primer punto, el cual estructura a todo el movimiento estudiantil a nivel nacional, ha sido un tema, o mejor dicho, un pecado para todo un sistema de educación (universitario) que opera bajo las lógicas del mercado capitalista. Dentro del sistema universitario, la educación, entendida como un derecho humano universal, circula por nuestra sociedad como una mercancía altamente rentable para la acumulación de riqueza de unos pocos: como lo representan las mismas palabras de nuestro ex ministro de educación Joaquín Lavín emitidas en un programa de televisión, “pude recuperar lo invertido con la Universidad del Desarrollo”.

Las universidades privadas con fines de lucro son quienes representan en su más alto grado la mercantilización capitalista de la educación, cobrando altísimos aranceles que son financiados en su mayoría por las mismas familias. Son los más altos de América Latina y uno de los cinco más altos de todo el mundo. Pero no sólo estas universidades cometen el descaro de esclavizar a miles de estudiantes a los créditos que suelen “beneficiarlos”, sino que son todas las universidades existentes hoy en nuestro país que cobran aranceles no muy diferentes de las universidades privadas. Las mal llamadas universidades “públicas” y “privadas sin fines de lucro”, son instituciones que también han sido cooptadas por la ley del mercado capitalista: ofreciendo carreras impagables para un estudiante que ha sido bendecido por el sistema crediticio universitario. Bajo este panorama, la gratuidad de la educación universitaria ha sido un tema tabú para la “sagrada” clase política de la pos-dictadura. Esta última, compuesta por los gobiernos de la derecha: Concertación, y por el actual gobierno de la derecha de la derecha: Coalición por el Cambio; nunca tuvieron la voluntad política para cambiar constitucionalmente el sistema universitario de Chile, para así abrir las posibilidades reales de tener una educación pública gratuita.

Es en este contexto, en donde la nueva generación universitaria, que más que “endeudados” por los aproximadamente veinte millones que van a tener que pagar una vez egresados de su carreras, están “indignados” de todo el sistema universitario y político en general; están construyendo un atmósfera política inmanentemente saludable para la vida social de nuestro país; o simplemente, están luchando por elementos básicos para el mismo proyecto esquizofrénico primermundista de nuestro Chile; los estudiantes son escépticos a las desgastadas nociones que nuestros gobernantes tienen de la “política”: todo dentro de la moneda y el parlamento y el partido. No más. De hecho, si nuestros gobernantes quieren aspirar a “lo moderno y desarrollado”, tienen que re-conceptualizar, ya sea en sus mentes o en sus trincheras partidistas, el significado de democracia y política. No pueden hablar de “acuerdo” (como la Ley General de Educación) sin tener en cuenta las pretensiones de los involucrados directos. No pueden ya legitimar decisiones y acciones políticas sin la participación de los actores involucrados, que suelen ser siempre, los afectados.

La ciudadanía, considerando dentro de esta las diferencias de clases que existe, respalda masivamente las demandas de los estudiantes secundarios y universitarios: según la encuesta CEP de Junio-Julio de este año, arrojó que cerca del 80% está de acuerdo con la principal demanda del movimiento estudiantil: el fin del lucro en la educación, desde los colegios particulares subvencionados hasta las universidades privadas. Este apoyo contradice todos los discursos agónicos de la clase política gobernante, la cual insiste que las demandas de los estudiantes están “sobre ideologizadas y politizadas”, cayendo en una profunda ignorancia, ya que todo movimiento social y demanda ciudadana hacia el gobierno se inscribe en lo político e ideológico. ¡Todo es ideológico y político! La misma práctica de lucrar, o la negativa del gobierno de no modificar la carga tributaria a quienes concentran el poder para financiar políticas sociales se inscribe en lo ideológico. Es lamentable que la clase política gobernante tenga que acudir a estas estrategias comunicacionales para satanizar las demandas de los estudiantes y mentirle sin ninguna vergüenza a, como le gusta decir al mismo presidente, “toooodos los chilenos”.

EL fantasma de los movimientos sociales en Chile está despertando, comienza a ser visto ya no sólo en nuestro país, sino es la misma prensa internacional que mira con atención lo sucedido en nuestro país. En Estados Unidos le llaman “invierno chileno”, en Argentina “crisis del modelo chileno”. Debe ser una vergüenza para el periodismo nacional saber que la mayoría de los estudiantes chilenos, mediante las redes sociales, no tienen otra más que informarse por las columnas del periodismo trasandino: objetividad que está a años luz del periodismo sensacionalista que opera en nuestros medios de comunicación. Reduciendo todo el movimiento estudiantil a violencia de encapuchados. Cuando estos nos representan para nada a los estudiantes. Le temen a este fantasma. Están tan asustados que lo tergiversan, no quieren reconocerlo, tienen que llamarlo “inútiles subversivos” o “infantilismo revolucionario” para no aceptar que el fantasma de la protesta está despertando, con nuevos métodos: más democráticos, creativos y artísticos. Este fantasma no es más que un producto del mismo modelo económico que, de a poco, “cava su propia tumba”.

sábado, 18 de junio de 2011

escribir en pasado no significa escribir la muerte del presente

La creencia de estar temporalmente juntos, con pocos desaciertos y nulos disentimientos susceptibles de extrañeza, ruptura e incomunicación, gobernaron por algunos días mi ingenua socialización del amor. Es la misma ingenuidad, acompañada con la poca costumbre, la que realza los defectos históricos incorporados en mi vida. Aquellos defectos, convivieron secundariamente entre nosotros ante el protagonismo de lo que tú, acertadamente, denominabas sincronía: esa fuerza armónica que no necesita de la razón para coordinar nuestras acciones y entendimientos; sólo bastaba la invisibilidad de lo que otros llaman Aura para conectar fluidamente nuestros mundos interiores. Una sincronización de nuestros mundos que se sujetaba con lo que nosotros mismos denominábamos mundo de V. El cual, con su dios en particular, hacía referencia al reino de todo lo romántico, afectivo y quijotesco. Era el trasfondo, idealmente sin límites, que estaba detrás de cualquier intercambio de piel, palabra y mirada que realizábamos.

El protagonismo de la sincronía, o la sobre valoración con la que lo caracterizábamos, relegaba de alguna forma mis defectos estructurales que, en un comienzo, sutilmente te los expresé, pero que en su debido proceso te lo demostré. Lo cual es muy diferente y grave. Más cuando si se trata, por mi parte, de una creencia temporalmente juntos, libre a corto plazo de ruptura, extrañeza e incomunicación.



martes, 24 de mayo de 2011

empiria.

Segunda vez que creo, ingenuamente creo, haber sentido el proceso lento de la muerte. Un mordisco efectivo sobre el cuello bastó para inmovilizar al cuerpo entero y sentir lentamente el quiebre conciente entre yo y el mundo.

domingo, 1 de mayo de 2011

Emancipación

- A: ¿ Qué es la emancipación?
- B: ¿ Del hombre o de la sociedad?
- A: De ambas
- B: La emancipación de la sociedad se llevará a cabo cuando cada hombre, inserto en esta, se haga responsable higiénicamente de su propia mierda.

miércoles, 2 de marzo de 2011

belle

¡Echado y vencido por el insomnio! Pareciera ser la fuerza vestida de ley de cada noche, en que tú, abatido una y otra vez por divagaciones infinitamente relacionadas, no buscas más que un escape contaminado de placer.


viernes, 21 de enero de 2011

crudo verano


Es molestosa, para no decir dolorosa, la sensación de frustración, o eterna derrota. Tenía la convicción de que este modesto viaje por el sur de mi pais, bajo las condiciones de un viajero que busca abaratar dentro de lo posible los costos de trasporte y hospedaje, iba reactualizar positivamente mis intermitentes estados de amargura y decepción. Así como también la certeza de que los nuevos parajes verdosos y la cordialidad sureña de la gente iban a ser inyecciones anímicas para el comienzo de este nuevo año. Cayendo claramente en la creencia del tiempo anual como una constante nueva, y quizá feliz del tan bullicioso"feliz año nuevo".


No dudaba tampoco del rol terapéutico que podrían significar esas pequeñas experiencias que nacen bajo el gobierno del azar, pues eran lógicas sus apariciones, ya que no tenía ni destino específico de antemano al cual llegar; toda decisión era tomada si no por intuición, por recomendación. Era una vagancia sabrosa, una estado errante que limitaba entre la libertad y la nada. La única sujeción posible que podría sufrir aquel estado era estar constantemente absorbido por el vacío.


En realidad, para ser sincero, era una libertad colindante con la nada y el vacío hasta por ahí nomás; ya que sabía al menos el tiempo que iba a durar el mochileo y aparentemente el límite del sur al cual correspondían mis ganas y fuerzas. Hay que reconocer, lamentablemente, que en estas empresas la resistencia física es tan importante como la resistencia emocional. Esto lo reconozco por experiencias pasadas: hace aproximadamente cuatro años que emprendo viajes parecidos a estas condiciones, fuera y dentro del pais.


Es así, con un pequeño encuentro con el sabor de la vagancia, gobernada por el azar y la nada, que volví a vivir nuevas y buenas experiencias por el sur de mi pais; habitar en lugares inimaginables, ser querido y atendido por locatarios de pueblos escondidos y olvidados por el turismo comercial; aprender de la humildad casi absoluta y espontánea de los hijos del campo, de los pretendientes fieles de aquel cielo ultraestrellado que ninguna ciudad podrá observar; con un tiempo que distribuye su existencia de manera simple, respetuosa y elegante.



Sería injusto no recordar el contacto penetrante con el sagrado fuego que, sostenido por viejos y nuevos troncos de un bosque que transita más por lo privado que por lo público, supo arrancar las piedrecillas grises que habitualmente se renuevan en mi ser más pesimista; mencionar además que a su lado lo acompañaba el infinito diálogo que establecía el lago Vichuquén con su reducida arena. ¿ Sobre qué tema estarían hablando aquellos dos residuos? No tengo duda alguna que se trataba sobre la contaminación acústica con la que tenía que convivir nuestro lago, generada directamente por el paseo estresante de lanchas y yates de la burguesía nacional, la cual compró grotescamente casi toda la costa: hijos de puta.



En fin, creo que me extendería demasiado en recordar las pequeñas y significativas experiencias que, economicamente hablando, generaron plusvalor en la producción de mi supuesta rehabilitación en los pasillos de un viaje perfilado entre el azar y la lógica.



Sin embargo, esa inmutable sensación de fracaso y miseria casi ya constitutiva de mis pasos, tuvo la facilidad de anular casi por completo todo el beneficio obtenido por la simpleza de las nuevas experiencias. Esta vez el retorno del sentir opaco se originó por un hecho absurdo, injusto y evitable que no me atrevo aun de exponerlo ni menos narrarlo. Solamente lo presetaré como una acción o suceso decadente. Un cometido tan sencillo en que yo pasivamente participé para un objetivo colectivo de bienestar temporal del mochileo. Las consecuencias de aquel insignificante acto se vistió de símbolos denigrantes para cualquier joven ingenuo como yo; efectos con signos de torturas y humilliación. Puede que sea demasiado exagerado al confesar esto, pero no creo haber vivido una situación de sanción y buen encauzamiento, como dirían por ahí, que produjera tanto repudio a la relación entre yo y el mundo.



La serie de estas consecuencias simbólicas que hasta el momento no le adjudico más que el carácter de humillación y violación a la vida misma, puede ser - o maquillada si se pudiera decir- reconvertida a una experiencia de la juventud-nuevamente caigo en la creencia del tiempo segmentado- que no sea más que una lección y enseñanza; obviamente que si le adjudico ese valor positivo instructivo, la denominación de consecuencia simbólicas humillantes pasará a ser, como bien dije antes, a "nuevas experiencias". Pero es inútil, para no seguir sintiéndome idealista, reconvertir la humillación en lección, la tortura en nueva experiencia. Claramente que hay coherencia en esta perspectiva; pero es una coartada momentánea para la superación de lo vivido, o mejor dicho, sufrido.



Es, por lo tanto, el regreso de aquel sentimiento que solo tiene por sostén una pendiente negativa. Siendo capaz de anquilar todo recuerdo incoporado por las nuevas experiencias sencillas del viaje, las cuales son víctima de este hecho puntual absurdo que con su fuerza brutal comenzará a desfigurarme nuevamente el rostro, un rostro que ingenuamente comenzó a creer en lo saludable de un amigable verano. Un crudo verano.