martes, 2 de octubre de 2012

gato

A unos pasos desde donde escribo yacen los últimos respiros de vida de un glorioso gato que cayó violentamente sobre mi patio, luego de una estrecha y ruidosa batalla por el tejado de mi casa. A decir verdad, la distancia entre el tejado y la superficie de mi patio no sobrepasan los dos metros, por lo que es imposible para la habilidad de un gato morir con esa distancia. De seguro, el querido gato, que en estos momentos aún mueve sus patas y su cuello se estira hacia atrás, como buscando algún pedazo de oxígeno que le permita seguir aún con vida, se golpeó azarosamente con el macetero que está pegado a la pandereta y por debajo del tejado. Debió haberse quebrado la columna con el borde del macetero, algo por el estilo. Sus gritos, su cara de desesperación, sus últimos esfuerzos de buscar un sitio adecuado para morir, y sus últimas vueltas caóticas de resistencia ante la llegada de la muerte, son algunos signos que se asoman esta noche en el patio de mi casa. El cuerpo del querido gato que está a mi lado se ha dejado de mover, de respirar, de gritar. Y las últimas estaciones del viaje de su alma serán la apertura de mi ventana, el vacío de mi dormitorio y, sobretodo, la música y aroma que he preparado tanto para la despedida de su muerte como para tranquilar la tristeza de presenciar la misma. Que al parecer, no es más que un presagio simbólico de una muerte venidera, ya sea del amor, o de otra índole. ¿Cómo enfrentarlo? 

2 comentarios:

  1. quizás el gato era un tremendo mártir de la comunidad felina, quien -en una de esas- luchó contra la supresión del derecho a la alimentación, o en una de esas murió de amor, se le pasó agosto, y su amada, tuvo que irse con otro gato por el viejo derecho a pernada...

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  2. Quién sabe, quién sabe. De lo que estoy seguro es que era uno de los tanto gatos en que cada noche venían a revolotear por el tejado de mi casa, especialmente sobre mi dormitorio. Siempre los escuchaba en cada batalla, sobre todo las de amor y de sexo, que eran las peores. De seguro, como bien dices tú, fue una de ellas.

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